Blog de Ana Díaz. El arte del retrato

La pérdida irreparable de un rostro

Ultimamente, son muchas las actrices que deciden pasar por el quirófano para “perfeccionar” sus rostros o “corregir” los deterioros del tiempo… y cada vez que veo los resultados, no puedo evitar estremecerme.

¿Cómo es posible que no se den cuenta de la devastación que producen esas operaciones en sus rostros? ¿Tan preocupadas están por convertirse en una copia de un rostro idealizado, y supuestamente joven y perfecto, que se vuelven incapaces de percibir todo lo que pierden?

¿Se dan cuenta de que no hay vuelta atrás, de que jamás recuperarán la autenticidad perdida, de que sus rostros jamás volverán a ser cincelados por el tiempo sino por la mediocridad de un cirujano plástico que, ni aunque fuera el mejor artista del planeta, de la historia incluso, podría jamás igualar el talento de lo natural, de ese escultor genial que permite que un gesto sea perfecto, no sólo en la quietud, sino también en el movimiento?

Siento una pena aún mayor al darme cuenta de que todas ellas son actrices a las que no les importa sacrificar su arte, su creatividad, su talento genuino por algo tan superficial como la apariencia.

¿En serio piensan que podrán volver a actuar tras anular su capacidad de generar expresiones? ¿Cómo lograrán volver a transmitirnos enfado, alegría, espontaneidad, si el bótox de la frente anula el ceño o las mejillas estiradas impiden la sonrisa?

Seguro que dentro de sí mismas, debajo de esa máscara tras la que se han condenado a vivir, hay una riqueza de expresiones que, sin duda, seguirá creciendo a medida que experimenten nuevas sensaciones pero que, para nosotros, desafortunadamente, ha quedado para siempre fuera de nuestro alcance.

Me gustaría decirles que es un privilegio tener arrugas; que la arruga no crece en cualquier parte, que sólo surge donde hay vida y que es nuestra huella de que existimos.

Nicole, Renee, Meg… en serio, ¿qué es la belleza para vosotras? ¿Una juventud ficticia conservada en formol o la construcción de una expresión propia, auténtica, única en el mundo?

Ningún rostro vivo puede ser bello si es estático. Un rostro rígido es, de hecho, un rostro con miedo a ser, a evolucionar. Y eso, precisamente, es lo que pienso que os ha llevado a mutilaros de esa manera. El miedo a ser.

O quizás no. Quizás haya sido, precisamente, lo contrario. El miedo a no ser.

En cualquier caso, qué pena.


  • Pinterest
  • Twitter
  • Facebook
  • Google +